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En La Latina convive el casi medio siglo de Casa Lucio y el más de medio siglo de Caramelos Paco con bares y restaurantes que son cita obligada, porque la vanguardia llama o porque la tradición lo manda. En La Latina uno puede perderse entre turistas y sitios pensados para ellos, y entre estudiantes y su pico poco afinado; pero si sabes buscar, encuentras el mejor pan de Madrid, homenajes a la cocina del sur, casas de comidas, cafés de especialidad y cocinas inventadas. Con estas 15 pistas para comer en La Latina irás a tiro hecho.

Marmitón

Fuimos a este restaurante con muchas ganas y las expectativas se cumplieron. En Marmitón practican la cocina tradicional y le ponen un puntito diferente y personal con una fermentación por aquí, un ahumado por allá… Así, el famoso steak tartar lleva aliño de kimchi y una base crujiente de avena; los espárragos blancos llevan anguila ahumada; los tortellini son de boniato y tienen cabrales y nueces garrapiñadas… Todo te suena, pero nada sabe igual. Puedes ver nuestra experiencia en Marmitón aquí.

C/ de las Aguas, 6.

Barmitón

Del éxito del primero, llegó el segundo: Barmitón, hermano de Marmitón, pero no diríamos “pequeño”. Lo que cambia aquí es que el concepto, pues es más bar de tapeo, y casi todos los platos de la carta como las croquetas de mejillones escabechados, las alitas con barbacoa y jengibre, el brócoli con curry Vadovan, las gyozas de cerdo con brava… De nuevo, se reconocen los platos, pero todos tienen un giro de guión, si bien es verdad que aquí son más canallas para un picoteo atrevido. Pero como el steak tartar de Marmitón triunfa, aquí también lo vas a encontrar. Nosotros disfrutamos mucho de Barmitón, puedes leerlo aquí.

C/ Cava Alta, 13.

Mandarosso

El número 21 de Santa Ana sabía a Italia; Nina Pasta Bar trajo a este rincón de La Latina el sabor de los orígenes de su dueña Adriana. Ha tomado el relevo Mandarosso, con más gastronomía italiana y especial énfasis en la pasta y la lasaña. Aunque también vas a encontrar unos antipasti para abrir boca con productazo italiano (mortadela, quesos, vitello…) y unas croquetas de parmesano que rinden homenaje a su dueña anterior, crochet di Adriana. Prueba la stracciatella con sardinas ahumadas, la lasaña clásica y de las pastas no sabríamos cuál elegir, una carbonara tradicional siempre es un “sí”, pero hay una con ragú de butifarra, azafrán y pecorino que mamma mia!

C/ Santa Ana, 21.

Toga

En la calle Juanelo, donde empieza o termina, según se mire, el bullicio de la plaza de Cascorro, hay un pequeño restaurante con una cocina de escándalo. Lo de “pequeño” no es un recurso literario, Toga verdaderamente es muy pequeño, así que reserva para asegurarte una mesa y pide, sin ningún tipo de duda los noodles con mayonesa de kimchi y atún rojo crudo, se deshacen en la boca. Este es su plato insignia, por el que muchos peregrinan hasta este restaurante y repiten. Pero el carpaccio de setas Portobello con una montaña de queso Pecorino, las croquetas de pisto o el tiradito de lubina están de alucinar. Nosotros ya hemos pasado varias veces por allí (a por los noodles, claro) y aquí puedes leer nuestra experiencia en Toga.

C/ Juanelo, 23.

Toguita

Efectivamente, es el hermano de Toga. No daban a basto con la clientela que se ha fraguado este restaurante de Juanelo, así que decidieron abrir Toguita para seguir sirviendo esa interpretación que tan bien hacen de la gastronomía asiática y latina. Vas a encontrar los platos de Toga, alguna innovación como el sashimi de atún rojo con curry, el ceviche de corvina con ají amarillo y mango fresco y la picaña argentina. Y sí, aquí también sirven los  famosos noodles con mayonesa de kimchi y atún rojo.

C/ de la Cava Alta, 3.

La Malaje

Entre vanguardias y cocinas del mundo, la gastronomía del sur se hace hueco con La Malaje, un referente ya de la cocina andaluza, pero no de la típica. Nos explicamos: aquí te ponen un bienmesabe y un flamenquín andaluces de verdad, como te ofrecen unos langostinos al ajillo con Palo Cortado o lengua de vaca con escabeche sefardí. Es Andalucía en forma, sabor y raíces, insistimos en esto porque su creador y cocinero, Manuel Urbano, es cordobés, y ha traído a este restaurante sus raíces y su buen hacer en el restaurante Sacha de Madrid. Nosotros pasamos por allí, puedes leer nuestra experiencia aquí.

Plaza de la Paja, 10.

 

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La Taberna Errante

A pesar del nombre, esta taberna no se mueve del número 8 de la Carrera de San Francisco. Y menos mal, porque si no, dónde íbamos a tomar esa parmentier de coliflor con setas y huevo frito, o la ensalada de tomate rosa con bacalao, o las chantarelas con salsa de callos… Su carta es de temporada, atienden al producto estacional y al que, concretamente, ven estupendo ese día en el mercado. La ensaladilla es un imprescindible, es de las mejores de Madrid y los boquerones en vinagre o en escabeche son de lágrima La Taberna Errante es un bar de toda la vida que te hace querer repetir, pero con estos puntitos novedosos que te llevan a volver para probar más. Ojo a los fuera de carta, no tienen desperdicio.

Carrera de San Francisco, 8.

Bipolar Casa de Comidas

A la vista, es un bar de barrio, con su letrero de menú del día incluido. Pero al gusto, Bipolar es otra cosa. Ellos se llaman “casa de comidas”, nosotros lo identificamos con el concepto “alta cocina de barrio”, que define muy bien a un lugar que quiere ser de confianza, como los bares de barrio, pero dar algo más. Ese algo más es un brioche de oreja picante, un steak tartar con tuétano, unas croquetas de carabineros o un arroz negro con gamba cristal. Tienen una pequeña tienda, por si te quieres llevar salsa picante, un vermut artesano o un chutney de habanero.

C/ Calatrava, 6.

Trèsde

En este bistró renovado y bajado a la tierra hay muchas cosas interesantes: primero, su propuesta de entrante, plato y postre (EPP), sin complicaciones, una comida de tres platos como se ha hecho siempre, con tres opciones para cada uno de ellos. Segundo, que Trèsde bebe de la cocina francesa, pero de ella se ha traído, sobre todo, el amor por las verduras y un tratarlas como está mandado. Y tercero, que Aitor Sua, Lucas Fernández y Miguel Vallés, sus creadores, han querido huir del lujo, pero sí atender al detalle, y lo ves en sus platos pulcros, pero sin grandes aspavientos. Su propuesta es fresca: cocina de mercado, con platos como el escalope de rape a la romana, el steak tartar de vaca Angus, la ensalada de judías verdes con burrata y cereza… La estación manda, como no podía ser de otra manera.

C/ Cava Alta, 17.

Piscomar

Al chef Jhosef Arias le avalan ya tres restaurantes en Madrid donde Perú brilla (con algunas mezclas asiáticas), pero en ninguno tanto como en Piscomar. Es una cevichería y Jhosef te asegura que se come como en una auténtica cevichería peruana. Dale a la causa limeña, a la corvina amazónica con rocoto, el ají de gallina y, por supuesto, a los ceviches; los tres de la carta están deliciosos. Y si quieres probar el toque asiático que siempre le gusta meter a Arias, vete al apartado “Cantonés” donde una ternera con ají se hace al wok. Pero te recomendamos que vayas a probar Perú, sobre todo Perú.

Carrera de San Francisco, 15.

Juana La Loca

La Latina cambia casi constantemente, pero Juana La Loca abrió en 2001 y allí se ha quedado, con una buena comunidad de fieles que acuden allí, entre otras cosas, a por su increíble tortilla de patatas. ¿Su secreto? Hacerla poco cuajada y con la cebolla confitada. Lo mejor es que vayas a picotear una mezcla de sus pintxos y sus platos. Un salmón ahumado con mayonesa de curry, un roast beef con foie-micuit y manzana asada, su carpaccio de bonito en semisalazón, el secreto ibérico con sobrasada… Tiene una carta con la que aciertas siempre, porque es original sin dejar de ser identificable. Por si se te antoja, tiene take away.

Plaza de Puerta de Moros, 4.

Watts Cantina

Imagina un dinner americano con la estética y el gusto nórdico de los cafés de especialidad de aquí. Ahí tienes Watts. Daniel Jiménez y Francisco Medina son sus creadores, vienen de Toma Café, así que el buen café de especialidad está asegurado. Y además, una cocina abierta todo el día con platos del día que van cambiando como la berenjena al horno con cherry y feta o la bruschetta con pollo confitado. Y una buena selección de vinos naturales. Lo que seguro hay que probar son los pancakes; para Francisco faltaba un sitio en Madrid que las elaborara bien, y ahora el sitio es Watts. Pídelos a cualquier hora del día, una tortita siempre apetece, ¿no?

C/ Don Pedro, 4.

 

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Corral de la Morería

Un tablao flamenco con estrella Michelin. Así de ecléctico y así de real, tanto que Corral de la Morería ha sido elegido por el New York Times como uno de los sitios que ver antes de morir. Y dirás, “claro, dale flamenco y gastronomía madrileña con estrella a un americano”; sí, les pirra, pero es que aquí se baila el mejor flamenco y en la cocina está David García, que se distingue por escoger la mejor materia prima y darle sabor con la buena mano que tiene para fondos, caldos y jugos. Tienen 5 menús degustación de distinta longitud y precio, que cambian con la estación y la creatividad del chef. Nosotros estuvimos, puedes leer nuestra experiencia aquí.

C/ De la Moreria, 17.

Pastora

Pastora entra por los ojos. El espacio es precioso, pero es que para los que gustan de probar cosas diferentes y se dan al capricho gastronómico, la parte de botillería de este café es imprescindible. Vinos naturales de distintos orígenes, cervezas artesanas, conservas, aperitivos, mermeladas… Es una tienda de lo más agradable. El café que sirven es de especialidad, de La Noria, y lo puedes acompañar con su bollería artesana: espectaculares los cruasanes, el pain au chocolat y los bizcochos de Reposted.

Carrera de San Francisco, 12.

Obrador San Francisco

Es un lugar de visita obligada. El Obrador San Francisco hace uno de los mejores panes de Madrid, si no el mejor. Hogazas, con semillas, especial para sándwiches con mantequilla, chapatas, focaccias… También tienen lo que llaman ellos “goloseo”, es decir, bollería artesana y, la verdad, deliciosa. Y, de repente, sorprenden con bollitos especiales para, por ejemplo, el Día de la Madre, tartas de queso al horno, roscones, panes de jamón y aceitunas… Hay que pasar por allí, para nosotros es, sin duda, una de las mejores panaderías de la capital.

Carrera de San Francisco, 14.

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María

Parece un topicazo pero puedo comer pizza en cantidades industriales, eso sí, de masa finita, que tampoco hay que abusar, y sin piña. Me entusiasma el café de especialidad y la tortilla de patata con cebolla y sin cuajar (no es negociable). Ojalá tuviera el metabolismo fantástico de David, pero a mí me hace pagar eso de comer como un pozo sin fondo, aun así lo hago y solo por vosotros, queridos.

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