Seguro que habréis oido mas de una vez una gran frase cuñadista como «hoy en día se hacen buenos vinos en todos lados». Alguno sustituye la palabra vino por la palabra caldo. Qué manía… El caso es que estoy de acuerdo en la afirmación, y es que, no nos olvidemos, esto era casi imposible hace 20 años. Poco decente más allá de Rioja y Ribera del Duero. Paradigma que ha llegado a nuestros días. Es increíble ver, todavía, como en zonas productoras la gente no pide «sus» vinos de la tierra, los que elaboran sus propios vecinos. Una pena.
Hace poco dedicamos un post a una zona tan freaky, en el más estricto sentido de lo que estamos hablando, como Madrid. Hoy vamos a alargar la lista, para ver si sois capaces de convencer a vuestro padre de que hay vida más allá…
Ya sabéis de que va esto, ¿verdad? Variedades autóctonas, viñedos recuperados, nuevas generaciones que apuestan por lo que realmente va la historia: diferenciación. La labor de la gente que se está dejando los cuartos en esto, por puro romanticismo en muchísimas ocasiones, es notable y no se puede pasar por alto. Y esto lleva a otro punto, el precio: no esperéis encontrar ejemplos de vinos de 3 euros en muchas de estas «nuevas» zonas. La artesanía hay que pagarla, y así suelen ser muchos de estos vinos, en los que la industria, de momento, no ha llegado. Solo un gigante como Rioja o Jerez, en su día, puede absorber tal modelo de negocio. Aquí vamos de otro palo. Empieza el viaje.
Tadeo 2014, Cortijo Los Aguilares. Ronda.
Hablamos concretamente de una zona como Ronda. Una serranía en medio de la nada (según algunos) rodeada de varios Parques Naturales. Aún pendiente en mi lista de visitas culturales. Es lo que yo llamo una zona internacional debido al uso de variedades que suelen emplear las bodegas: Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah, Petit Verdot…. Hecho que la pone en el mapa cuando estas variedades tenían mucho más auge en España. Sin embargo (y digo sin embargo porque ya sabéis que no soy muy fan de esto) no podemos obviar las condiciones que tiene la región para el vino. Para mi una especie de Nuevo Mundo dentro del Viejo Mundo.
De hecho el vino que os presento es un monovarietal de Petit Verdot, lo cual ya lo hace especial en mi opinión. Me explico, siempre he pensado que si nos queremos beber un Merlot hay que ir a Burdeos, o si queremos un syrah al Rodano. Ahora bien, ¿acaso hay monovarietales de esta uva en Francia? La respuesta es NO. La Petit Verdot se usa, en proporciones muy pequeñas, en Burdeos, de manera que un monovarietal así no puede ser comparado con nada, ya que directamente no existe en su región de origen. Una uva poderosa, con muy buena acidez, y que cuesta madurar en su origen.
Así llegamos a una de las casas punteras en la zona: Cortijo de Los Aguilares. Tadeo es el nombre del vino, poquísimas botellas, selección de las mejores plantas de la variedad en diferentes parcelas. Un vino intenso y poderoso pero con una frescura muy marcada propia de la casta. Trabajo minucioso en bodega con la crianza, con clase. Balsámico y frutoso a partes iguales. Sin duda un vino para zampar con él que no se hará bola en ningún momento. Cuesta unos 33 euros, perfectamente justificados, así que daros un pirulo por internet a ver si suena la flauta en alguna tienda.
Como me da que va a ser complicado que encontréis botellas de esto, como alternativa tienen un Pinot Noir que es de los más creíbles de la península. Esta gente, incluyendo su enóloga Bibi, tienen buena mano, así que probad cualquier vino de la bodega en todo caso.
La Zorrina 2014. Asturias.
Nos vamos ahora a Asturias, a Cangas del Narcea. Uno de mis paisajes vitivinícolas favoritos. Laderas escarpadas con muchísima pendiente y un conjunto de variedades autóctonas con suficiente personalidad plantadas, generalmente, en suelos de pizarra. Uno de los pocos sitios de España con la consideración de «viticultura heroica». Quien se iba a creer que Asturias es tierra, no solo de sidras, sino también de vinos… Como en otras ocasiones, los monasterios y sus monjes tienen mucho que ver, legados del tiempo.
Curiosamente este vino no está acogido a la Denominación de Origen, y ni falta que hace. Dominio del Urogallo y Nicolás Marcos, su propietario, manejando el asunto. De toda la gama de vinos nos vamos a lo que para mi sería su parcela estrella, La Zorrina, que nos recuerda al Rodano y sus laderas vertiginosas. El vino se nutre mayormente de la variedad Carrasquín (65%), la cual tiene un gran balance entre acidez y peso de fruta si se sabe trabajar adecuadamente. Con un punto vegetal que aumenta su frescor, y gran transmisora de la mineralidad de la zona. El resto de la mezcla es Mencia, Albarín Negro….etc. Field blend que dicen los modernos.
La bodega trabaja en ecológico y con la mínima intervención y sulfuroso. Así que dale tiempo al vino a que se vaya desperezando poco a poco, incluso decantarlo. Fermentación en tina de castaño asturiano de 2000 litros. Fresco y maduro, especiado, muy complejo, con un toque de tierra y un paso relativamente sedoso y que llena la boca.
En definitiva, una zona con muchísimas posibilidades donde van apareciendo bodegas poco a poco. Solo queda crecer.
4 Kilos 2015. Mallorca.
Como diría La Puta OPP, Mallorca es funky. Aun recuerdo la primera vez que pisé la isla en mi viaje de fin de curso del colegio. Que tiempos. Por supuesto, por aquella época el único vino que me echaba al gaznate era el del calimocho de turno bien fresquito y con licor de mora. Todo maravilloso.
Mucho ha llovido desde entonces y el sabio Mediterráneo siempre pone a cada uno en su lugar. Y eso son las Islas Baleares, puro Mar viejo, pura tradición, y por supuesto puro vino.
Este pequeño rincón en medio del agua se nutre principalmente de tres variedades tintas que son Callet, Fogoneu y Mantonegro. Las dos primeras son uvas con poco alcohol pero gran finura, ideal para tintos aromáticos y elegantes. La Mantonegro las complementa perfectamente aportando estructura y grado. Las tres son capaces de transmitir ese paisaje mediterráneo, lleno de plantas aromáticas, calor y brisa refrescante.
No voy a sorprender con la bodega, 4 Kilos, y es que creo que han sido los valedores de la autenticidad Mallorquina luchando para que estas variedades dominen los vinos. La búsqueda de la diferenciación.
Monovarietal de Callet de Felanitx. Suelos de cal vermell, es decir, franco-arcillosos con alto contenido férrico. Edad de las viñas entre 25-40 años. Fermenta en tinas de madera de 2.500 litros y envejece en barricas de roble francés de 600 litros durante 14 meses.
El vino es elegante y refinado. Fruta roja bien madura con buena frescura que lo hace perfecto para llevarlo en la bota a la playa. Extremadamente rico y bebible sin prescindir de la complejidad de un gran vino. El Mediterráneo más funky en este vino.
Tragaldabas Molinillo 2015. Salamanca.
Quizás muchos conozcáis la Sierra de Francia y sus paisajes. Yo descubrí la zona hace muchos años, ni si quiera bebía vino, me alojé en uno de sus pueblos más conocidos, La Alberca, y puedo asegurar que la excursión merece totalmente la pena. Eso sí, todo ello a pesar de que me alojé a escasos metros de la iglesia del pueblo y las campanadas me despertaban a diario antes que a los gallos.
Ahora, después de mucho tiempo, he vuelto, con la intención de descubrir vitivinícolamente la zona. Aún en pleno proceso de desarrollo hacía una región asentada dentro del mundo del vino de calidad, ya tenemos una serie de grandes ejemplos, lo que me hace confiar muy mucho en sus posibilidades.
Pequeños pueblos (Miranda del Castañar, Mogarraz, La Alberca, Molinillo, Garcibuey…etc) unidos por intrincadas carreteras, que suben y bajan a través de toda la sierra, conforman una red preciosa con pequeños viñedos desperdigados por toda la zona.
Hasta hace pocos años el Tempranillo y el estilo más riberense mandaban, sin lugar a dudas, en los vinos. Sin embargo, es la Rufete, variedad autoctona de la zona, la que está dotando de una especificidad clara a la región. Fue la bodega Viñas del Cámbrico la primera casa en renovar, por decirlo de alguna manera, la concepción de la Sierra de Francia empezando a usar en sus vinos una cantidad mucho más notable de Rufete. Hoy en día, los chicos de Mandrágora Vinos, han recogido el testigo de la singularidad dando lugar a vinos 100% Rufete. En estos se intenta explorar tanto suelos como altitudes, a través de los diferentes pueblos. Viñas del Cámbrico acaban de sacar también una gama de vinos de pueblo, a un precio realmente espectacular. Vamos, que si no los pillas es que eres un rata.
El vino en cuestión es un vino de pueblo, concretamente Molinillo, donde prima el suelo de pizarra descompuesta, llamado Corneana en la zona. Envejecimiento en barricas usadas de segundo y tercer año durante un invierno antes de embotellar.
Fresco, delicado en aromas, fruta roja fresca, hierbas de monte y, como no, una pátina mineral y vigorosa que petrifica el vino en boca alargándolo con clase y rotundidad. Un vino femenino y con carácter, para celebrar el 8 de Marzo.
Cielos y Besos 2016. Arribes del Duero.
Y cerramos este recorrido sin desplazarnos demasiado desde la localización anterior, no sea que os de pereza… Arribes del Duero is the place to be, concretamente Fermoselle (Zamora), pegado a la frontera de ese gran desconocido que es Portugal. Otra vez con el amparo de un parque natural. Viñedos viejos torneados por los cañones del Duero y el Tormes.
Tuvo que ser alguien de fuera, Charlotte Allen, quien con su bodega Almaroja, decidiera recuperar tal patrimonio. Agradecidos deberíamos estar todos.
Nuestra protagonista es una uva con nombre de persona: Juan García. Y haciendo honor a su nombre humano es una uva complicada, como nosotros. Pasa de estar verde a sobremadura en un abrir y cerrar de ojos. Con poco grado alcohólico y no demasiada acidez, por eso, en muchos casos, es mezclada con otras variedades de la zona para buscar el mayor equilibrio posible en el vino. Clasicismo de la vieja europa, plurivarietales.
Su mayor bondad es una gran paleta aromática. Muy agradable y sensual. Sin excesos en su forma pero con un fondo que aún está por descubrir. Una vida por vivir. Cielos y Besos es un vino joven que ha reposado en depósitos de cemento para preservar la más pura de las purezas. El coupage se corresponde con un 80% de Juan Garcia, además de tempranillo, rufete, bruñal, bastardillo chico…
Pura fruta roja fresca, violetas, un punto austero que nos obliga (menudo esfuerzo, ¡ja!) a oler una y otra vez. Sin duda un vino para comer por su concentración y estructura, y que se bebe antes de llegar al segundo plato. Naturaleza zamorana en forma de vino.
Texto: Jimmy Bubbles
Foto de portada: Unsplash