¡OJO! Cuando hicimos esta visita estaban en la calle San Bernardino, pero ahora están en Calle General Pardiñas, 36.
En ocasiones tenemos suerte, llegamos a un local y nos dicen «hoy hemos estrenado carta, sois los primeros en probarla«, y nos sentimos afortunados no, lo siguiente. En el restaurante TreZe nos ocurrió esto, una comida llena de novedades para el paladar.
TreZe es el primer proyecto gastronómico del cocinero madrileño Saúl Sanz y su mujer, la repostera Elena Ursu, una cocina de temporada de platos tradicionales con toques renovados, a cada cual más apetecible. Abrieron hace casi 4 años, y tal y como nos contaba Saúl con su toque natural y directo (es madrileño hasta la médula) «…el balance es positivo, las cosas van poco a poco. Además, no pretendo hacerme rico con esto sino que la gente esté satisfecha con mi trabajo y quieran volver…«. Con Saúl, en la cocina, también está Hugo, completando el equipo.
El local es pequeño, acogedor y no tiene barra, por lo que el ambiente es siempre tranquilo. Acompaña además una buena selección de jazz de música ambiente (elegida por Bea, de la agencia que les gestiona la comunicación), lo que lo convierte en un sitio ideal para ir con tu pareja o unos amigos a comer sin ninguna prisa. La decoración es sencilla pero no os dejéis engañar, es obra de Tomás Aliá, uno de los arquitectos interioristas más prestigiosos de España (¡Ahí es nada!)) Además, tienen un comedor en la planta baja, para unas 15 personas, que abren sobre todo los fines de semana.
Nada más llegar, nos atendió con una sonrisa y muy buen rollo Petru, uno de los camareros más majos con los que nos hemos topado, es el cuñado de Saúl y eso se nota en la implicación, son una empresa muy familiar. Para comer en TreZe puedes elegir de carta (que la renuevan cada tres meses, más o menos) o de un menú diario variado que cuesta…¿adivináis? 13 Euros.
También tienen un menú degustación muy completo con sugerencias del chef.
Con la carta nos trajeron un aperitivo de Aceitunas y Cacahuetes al curry. Quizá muy normalito, piensas al principio, pero es que es solo eso, el principio (¡esos cacahuetes son un vicio!) Y para acompañar la comida Petru nos trajo un Rioja LZ 2012, vino joven y ligero.
No sabíamos qué escoger de la carta, ¡todo era nuevo y sonaba muy bien! Así que Saúl, que es un chef de los que están tanto en la cocina como dando la cara en el comedor, vino y nos hizo unas cuantas recomendaciones dentro y fuera de carta, es un tío que transmite confianza así que lo dejamos en sus manos. ¡Ah! Un detalle que nos gustó mucho, siempre pregunta si algún comensal es alérgico o intolerante a algún alimento, y es de agradecer.
De aperitivo nos sirvieron una Tostada con Brandada de Bacalao, con sal maldon y semillas de sésamo por encima, para ir abriendo boca.
Y para acompañar la comida, Pan de cereales y aceitunas negras con aceite de Arbequina, un detalle rico, rico.
Enseguida empezaron a llegar los platos, de primero unos Lomos de Sardinas con migas de tomate y brotes. Como veis, la presentación es una delicia (las migas eran como las brasas para parrillas), los lomos eran gorditos y sabrosos, y estaban bañados con aceite de salvia y cebollino. Las sardinas no tenían ni una sola espina, y las migas de tomate eran, en realidad, una masa quebrada hecha con tomate que acompañaban de maravilla.
Los lomos volaron, y llegó la Coca de Pulpo con escalibada y aliño agridulce. Una forma diferente de comer un pulpo bien cocido que, mezclado con los sabores de la coca y la escalibada, hacían el plato mas suave de la comida (nos sirvieron media ración). La cosa iba mejorando con cada plato.
Y llegó el tercero, el plato que nos flipó, que nos dejó locos y que, por desgracia, está fuera de carta (al ser una cocina de temporada, cada semana tienen algunos platos que mantienen hasta terminar el producto), un Tartar de Corvina con huevas de tobiko (pez volador en japonés) y aguacate con sésamo…¡Qué delicia!
Hemos probado unos cuantos tartar, y este es de una liga superior: la corvina está macerada con una salsa a base de mostaza y lima, la presentación es llamativa y el sabor es redondo. Un 10 para este tartar con toques de ceviche.
Con el listón bien alto, acabaron los entrantes y llego el «plato fuerte», que dejamos a elección de Saúl. Tocó carne, un Cochinillo con papas y pesto rojo (una ración dividida en dos platos). El cochinillo estaba muy bien cocinado, con la piel crujiente y tostadita que nos encantó (comerte un trozo con un poquito de sal maldon por encima era una pasada en la boca) y las papas eran como una especie de puré casero compactado y pasado por la sartén. A lo que quizá no le pillamos el sabor fue al pesto rojo, que se nos quedó un poco corto.
Ya estábamos bastante saciados (y satisfechos) pero tocaba el turno de la repostería de Elena, que no pudo estar allí porque sus tareas como mamá la requerían en casa, pero eso no impidió que viésemos en la carta de postres su toque femenino: cada postre tenía un «nosequé» que lo hacía apetecible. Nosotros escogimos una Crème brûlée con helado de tomillo y otro postre que nos llamó la atención, el Aquellos maravillosos años.
La Crème brûlée tenía una capa recién tostada por encima deliciosa, con una textura y consistencia ideales, y un sabor suave que no la hacía pesada. El helado de tomillo no lo habíamos probado nunca y fue todo un descubrimiento, además, la presentación nos gustó mucho porque no es habitual ver un postre en una lata de sardinas.
El otro postre fue de lo más divertido, el «Aquellos maravillosos años» pretende devolvernos a nuestra infancia a través de sabores que muchos tenemos olvidados, y que hacen que te lo pases pipa comiéndotelo. Se trataba de una mousse de sabor a chicle con petazetas por encima, y una bola de helado con sabor a algodón de azúcar, sobre una base de azúcar verde. La presentación, como veis, volvía a ser atrevida y llamativa.
Con tanto colorido podéis pensar que estos sabores son demasiado dulzones, o incluso empalagosos pero para nada es así, Elena ha encontrado esos sabores de nuestra niñez, y les ha dado el toque justo para que puedas acabar el postre y te sientas bien.
Otro 10 para los postres.
Terminamos de comer dos horas y media después, felices y contentos, de esas veces que sabes que acabas de comer en un sitio al que acabarás volviendo, y salió Saúl de la cocina a charlar con nosotros un rato. Es un tipo muy majo, claro y directo que te explica las cosas como son, sin pretender hacerte la pelota, y eso nos gusto.
La media por cada comensal fue de 37 Euros, lo cual se sale quizá de la media de locales que solemos recomendaros, pero para nada nos pareció caro después del atracón que nos pegamos, la calidad de la materia prima con la que trabajan y sobre todo el trato tan atento y casero que tienen con todos y cada uno de sus clientes.
Aquí tenéis su Facebook, Twitter y página web:
http://www.trezerestaurante.com
Calle General Pardiñas, 36.
915 410 717
Una amiga me recomendo vuestra pagina y gracias a ella decidí ir el viernes pasado a cenar a este restaurante.
Me encanto!!!!! Un sitio especial para ir en pareja, con un servicio excelente!!!!
Muchas gracias!!!!
Qué alegría nos da cuando leemos comentarios así.
Muchas gracias Teresa, a seguir dándole al morro fino!
Un abrazo