Pronto será una de las nuevas caras de la tercera temporada de Con el culo al aire en A-3, pero la trayectoria de Ana Morgade tiene ya mucho recorrido. Muchos de vosotros la conoceréis por haber formado parte del equipo de Buenafuente cuando comenzó a emitirse en 2009 en La Sexta. Ese mismo año y al siguiente, dio las campanadas junto a Berto Romero y desde entonces ha estado participando en programas de TV y radio, desarrollando su faceta como improvisadora y cómica, como ella misma se define.
Ana es de esas personas con la que uno no se puede aburrir, ¡con ella es un no parar!. Es ingeniosa en sus respuestas, tiene conversación para rato y sobre todo es muy divertida. Cuando le propusimos esta cena y le contamos nuestro proyecto no se lo pensó dos veces: “¿Cenar y pasar un buen rato? ¿Cómo decir que no?”
Y entre plato y plato, nuestra entrevista para descubrir a la morro fino que lleva dentro:
¿Dirías que eres una morro fino?
Yo tengo morro, eso para empezar. Además lo tengo con finura, y con los años he ido afinando morro, o sea que yo de Oscar Mayer… lo justo.
Intento ser cada vez más sibarita, que yo de lo malo he comido mucho, la base de la cadena alimenticia ya la tengo trabajada y ahora solo quiero ir hacia arriba.
¿Qué es lo más raro que has visto en un restaurante o te has «zampao»?
Un año me fui a México D.F., me llevaron a una Pulquería (que es donde sirven el Pulque, una bebida típica amarga y muy extraña) y allí servían tapas de Chapulines, que son grillos ó saltamontes pequeños fritos.
¡Te lo juro! Lo servían como en una especie de pan de tortilla redondo y te los comías como si fueran pipas. Yo directamente me eché contra la pared como una salamanquesa y dije: “¡Hasta que no salga eso de la mesa yo no me vuelvo a sentar!”.
¡Aquello era el fondo de una lámpara en verano! Si no como langostinos, que son los insectos del mar, ¿porqué narices me iba a comer yo eso?.

Después de seguir la ruta de la carta de vinos de La Gabinoteca, a Ana le tocó un Juan Gil 2011 de Jumilla. No sobró ni una gota.
¿Tú eres de las que estando sola en casa, se prepara su mantelito, su copita de vino… es decir, su cena bien montada?
Eso va por épocas, si estoy currando, directamente llego a casa le pego un lametón a la nevera y me vuelvo a ir, pero si voy con tiempo me mola “regalarme”: esto de hacerte un platito, presentarlo bien, etc… Además es que tengo una costumbre que es la leche, en Japón están a años luz de nosotros y lo comen todo en cuencos y eso me parece lo mejor que puedes hacer nunca, comer en cuencos. El plato se conserva más caliente porque no está todo expandido, no tienes que rebañar, no se pierde comida, y luego hay un punto que si ya no te quieres esforzar, te lo puedes empujar. Yo tiro de cuenco sin parar, cuenco a muerte… ¡BRAVO POR EL CUENCO!

Antes de probar su plato preferido, la lubina a la sal

Y esta es Ana tras probar la lubina de la foto anterior, se le nota disgustada…
Supermán tiene su punto débil, la kriptonita, ¿Cuál es tu kriptonita culinaria?
Mi kriptonita absoluta son los champiñones, y el mundo marisco. Los champiñones es que es una cosa… ¡que eso sale de la mierda! Algún día, en la historia de la humanidad, alguien vio algo salir de una “caca” y pensó: “esto me lo como a ver qué tal”.
Yo no me como nada que salga de la caca, NADA. En general, el mundo hongo, moho… “podridico”, ¡no!
¿Eliges los platos leyendo la carta, o mirando a la peña de reojo?
Mirando de reojo sin parar, porque yo tengo un superpoder para elegir siempre lo peor, tengo una incapacidad para leer las cosas buenas en los menús, así que siempre me fijo en los demás.
Una vez, cenando con unos amigos, nos pedimos cada uno un postre para compartir: uno se pidió un milhojas super rico, otro un postre de chocolate con un sabor y una textura alucinante, y yo me pedí una cosa que sonaba muy bien, y luego me trajeron un tazón esportillao con una bola de helado en medio y un barquillo clavao, que aquello daba mas pena que otra cosa: yo no sabía si estábamos los tres en el mismo restaurante o yo estaba en otro.

Con uno de los famosos potitos de La Gabinoteca, y haciéndole mimitos a la hamburguesa que desaparecería segundos después
¿Con qué comida te darías un homenaje?
Mira, el sashimi de pez mantequilla a mí me hace llorar. Si lo veo en el mar no sé qué pez es, pero por él me salen lagrimones manga, una cosa muy loca. También me gusta el salmón, en sashimi o en niguiri, que tenga un poquito de arroz… ¡buah!.
Si pudieras hacer de Frankenstein en la cocina y fabricar un menú perfecto, ¿cuál sería tu menú ideal?
El primer plato de mi vida es el gazpacho que hace mi abuela: es un gazpacho especial que no lleva pepino, lleva poco pimiento y en vez de vinagre lleva limón. Es muy ácido, muy fresco y no repite nada, si quieres le echas pan, según como te veas de gorda, pero está… ¡¡que se te va la castaña!!
Luego, una tortilla de patatas: a mí me molan poco cuajadas y con cebolla que tenga un puntito de quemado o de caramelo, el huevo no muy cuajao y que cruja un pelín.
Y de plato principal una dorada a la sal: me flipa. Se hace solita, en su propio jugo, super sabrosa y además me mola deshacerla.
No soy muy de postres, porque te lo ponen cuando ya estas lleno y no te entra, me da mucha rabia. Entonces, a mi ponme un café guay, un carajillo de Baileys que te deje así como en el tobogán p’a la siesta, y el dulce ya me lo tomaré aparte, cuando tenga hambre.
¿Cuál es tu arma secreta para conquistar a alguien por el estómago?
Yo tengo tres de platos que se me dan bastante bien: uno, el arrocito con verduras a la murciana, con limón, con tomatito y con perejil, una receta familiar que se me da muy bien.
También se me dan muy bien las ensaladas, me salen aliños muy ricos y muy locos, y para acabar se me dan muy bien los platos vegetarianos que no saben a vegetariano: una vez llevé al curro unas hamburguesas de soja con salsa de Pedro Ximenez que nadie se creía que no fuera carne picada.
¿En qué receta tu madre no tiene competencia en el mundo mundial?
Mi madre tiene una receta muy loca de tortilla de patatas hecha en el microondas, que de entrada dices: “¿Pero esto qué es?”. No te lo crees, pero está buenísima.
Después tiene un solomillo de ternera con salsa y puré de patatas que no es de este mundo. Yo creo que mi madre cierra la cocina, entran los alienígenas, le entregan el plato, les paga y luego lo sirve. Lo lleva haciendo toda la vida y ha perfeccionado la receta a unos niveles de “¡pero mamá, esto qué es!”.
¿Eres más de nueva cocina, o de cocina más clásica?
Yo reconozco que la presentación ha mejorado mucho en la cocina, pero a mí este mundo de las cantidades ridículas… no puedo, no puedo: “puturrú de ostias con cilantro”, y luego hay más cilantro que comida, ¿pero esto que es?.
Es que a veces te pides tres platos y piensas: “Aquí alguien se lo ha pedido antes, se lo ha comido y me han traído lo que le ha sobrado”.
Que sí, que está muy bien presentado y es una obra del cocinero, pero si a mí me pones una salsa de mostaza a 2km del solomillo para que haga una espiral, es que me da igual, ¡solo estás manchando el plato!

Con el Juan Palomo, escoges los ingredientes y montas tu postre personalizado. Este es el de Ana, ¡toda una obra de arte!
Si tuvieras licencia como 007, pero para comer gratis en cualquier parte del mundo, ¿dónde elegirías y con quien?
Me iría a un chiringuito que hay en Ecuador, en un pueblo de playa con muchos surferos que se llama Montañita. En ese chiringuito hacían un pollo con limón y alcaparras que yo dije “pero… ¿¿qué ha pasao aquí??”. Fuimos a cenar sin referencias y fue una flipada, yo no me iba sin que la cocinera me diera la receta y me la dio.
Cuando te pegas un buen homenaje, ¿lo intentas compensar haciendo deporte, o pasas?
El deporte es de cobardes, ¡hay que hacerse cargo hombre! “Me voy al gimnasio que ayer cené fuerte”… ¡Anda ya! Yo soy la misma por la noche cenando fuerte y al día siguiente asumiendo la digestión y la celulitis.
Luego voy al gimnasio, pero no porque he comido bien, como bien porque me gusta y asumo las consecuencias. En Navidad me pongo como las Grecas y en enero estoy más gorda, sí, pero… ¡soy feliz!

Una de las sorpresas de los lunes en La Gabinoteca: magia en directo
Para ti, ¿el picante es un sabor o una sensación?
Yo soy muy fan del picante, además hay variantes y llamar picante a todo es una crueldad.
Lo que te hace el picante japonés, por ejemplo, no tiene nada que ver con lo que te hace el picante mejicano. Yo me he encontrado de frente con una cosa que se llama “Rocoto”, que es un pimiento que crece en las mismísimas puertas del infierno. Eso no es un alimento, ¡es un castigo!
La servilleta, ¿en las rodillas o en el cuello?
En las rodillas SIEMPRE. Es que si te la pones en el cuello, ¿qué eres? ¿un bebé? ¡Habría que inventarse una forma menos humillante de protegerse el pectoral!
Esto de llevar una pañolada estilo “rococó”, no, a mi no. No te puedes ganar el respeto de nadie con una servilleta así puesta en el cuello, hay que encontrar otro sistema, una mampara sería más digno.
¿Conoces y cumples ese refrán que dice desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo?
Si claro, también se dice trabajar 8 horas a día, 5 días a la semana y no lo hago.
Cuando llevas la vida de un loco comes como un loco: hay días que no desayuno, como a medias y ceno por todos mis compañeros y por mí primero. Hay otros días que desayuno como una reina y luego no me da tiempo ni a comer ni a cenar.
¿Te ha gustado la cena de hoy? ¿Qué es lo que más te ha gustado?
Lubina, lubina y más lubina a la sal… ¡¡LUBINA SIN CESAR!!
La hamburguesa también, ¿pero la lubina?
Lubina, más que todo, con la lubina he levitao, alucinante.
Disfrutamos de la cena en La Gabinoteca, disfrutamos de la compañía y disfrutamos de la magia, ¿qué más se puede pedir? A nosotros nos encantó, y antes de salir, Ana ya estaba pensando a quién iba a llevar a cenar allí para que probase esa lubina a la sal que tan loca la dejó.
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¡Gracias y hasta el próximo morro fino!