Quien me conoce sabe que a mi me gustan las cosas bien hechas, finas… (de hecho soy un poco pesado con esto, lo reconozco), y la verdad es que me da buen rollo cruzarme en mi camino con gente como yo, por eso sabía que en mi visita a Taberna Pedraza lo iba a pasar bien.
Y tanto, porque resulta que Santiago Pedraza, el dueño, y Carmen Carro, mujer de Santiago y cocinera, en este sentido son muy como yo, y han recorrido España entera en busca de los mejores productos, ideas y elaboraciones, para plasmarlas en su carta. Bendito el momento en que salieron de sus zona de confort.
Un local con una decoración perfecta, con tonos cálidos, maderas, dorados… un contador de tortillas, un suelo chulísimo y una música que envuelve y acompaña muy bien. Estábamos como locos nada más llegar, la cosa pintaba muy bien.
Fuimos al ataque, y esto es lo que pedimos… es recordarlo y me ruge el estómago, te lo juro. Solo a mi se me ocurre escribir esto sin haber comido aún.
Cecina de vaca vieja (24 meses de curación), mira qué color… un corte finísimo y gran sabor ahumado, dicen que muy posiblemente es la mejor cecina de Madrid, vamos a quitarle el «posiblemente» pero ya.
Alcachofas suaves en flor, delicadas como ellas solas, apenas con buen aceite y un pelín de sal, perfectas.
Croquetas cremosas de jamón de bellota, que te hacen pensar en qué es lo que has estado comiendo con el nombre de croquetas, hasta ese preciso momento… cremosas, sabrosas, crujientes, una barbaridad.
La Ensaladilla de Carmen, no es que sea muy fotogénica, todo hay que decirlo, pero ni falta que le hace. Otro de los classics de Taberna Pedraza.
Felinos, así llaman a sus “mejillones tigres”, con un relleno con base de caldo de marisco, espectaculares, para comerse 20.
Y entonces llegó ella, la Tortilla de Betanzos, con huevos de corral de gallina joven. Su fama la precedía, llegó y triunfó… además con número redondo, ¡que nos comimos la 15.500 oiga!.
Patatas bravas, las tradicionales, pero mucho mejor de lo que puedas imaginar. Las patatas están perfectas, pero la salsa es una cosa de locos. Otra ración que te hace replantearte qué es lo que sirven en la terraza de tu barrio.
Pluma de bellota 100 ibérico puro, con ese toque de parrilla, es recordarlo y salivar non stop. Productazo y plato imprescindible para los amantes de la buena carne.
Y de postres, una Quesada tradicional pasiega, acojonante, con perdón. Carmen se encarga de hacer el queso, que sirve de base para esta quesada, todos los días, y vaya si se nota. No te vas a encontrar una quesada igual en Madrid.
Y una Leche frita, con una textura esponjosa pero consistente, y con el punto perfecto de azúcar y canela.
Comer en Taberna Pedraza es ir a pasarlo bien, a disfrutar de grandes productos, de elaboraciones sencillas, elegantes y sutiles, hechas con mucho cuidado y con mucho amor. Una experiencia, con un ticket medio de unos 35 o 40 euros, que tienes que vivir sí o sí si andas por Madrid.
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En febrero 2019 se han mudado a Calle Recoletos, 4.
Fotos: Gregorio González
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