Rodríguez de Madrid, uníos y no desesperéis, que una capital sin tráfico, sin problemas de aparcamiento y sin tener que reservar con antelación en los restaurantes os espera. Siempre hay un hueco para comer bien y disfrutar de los mejores restaurantes de Madrid en agosto con unas cuantas opciones que dejan que nos comamos Madrid al son de pizzas de calidad, de pinchos de tortilla imprescindibles, de bares con marcha y barra nonstop, con sushi de primera o con asadores que nos llevan encandilando años.
Colósimo
Parada imprescindible en la parte alta de Ortega y Gasset para abordar uno de los grandes pinchos de tortilla de Madrid. No solo eso, evidentemente, porque los hermanos José Manuel y Ricardo Romero alzan la voz con una cocina de aires gaditanos en Colósimo que nos permiten no echar de menos la Tacita de Plata en pleno barrio de Salamanca. Sus chipirones encebollados, las almejas guisadas o el steak tartar forman parte de esa carta fresca y de raíces andaluzas que apetece en cualquier momento del año, pero más si cabe durante los meses de verano.
C/ José Ortega y Gasset, 67.
Luz de Lumbre
Necesaria trampa al solitario nos hacemos con Luz de Lumbre, una escapadita a San Lorenzo de El Escorial a costa de Cata Lupu, el rey de las carnes en La Taberna de Elia (Pozuelo de Alarcón), que aterriza en la sierra madrileña con un local que alterna varios ambientes entre barra, terraza y salón, que permite que empecemos allí el aperitivo y cerremos el día en la cena. Abre de miércoles a domingo desde las 13:00h hasta la 1:00h, así que hay tiempo de sobra para deleitarse con sus bravas, con el pisto a la lumbre y con las pizzas gourmet que aquí aguardan (no le quites el ojo a la de guanciale). Como es lógico, la ‘chicha’ también es fundamental, así que sus carnes maduradas no pueden faltar en este rincón donde sanlorentinos y capitalinos caben por igual.
C/ de los Estudiantes, 6. San Lorenzo de El Escorial.
Tatema
Puede que Madrid nos esté cocinando en su sartén veraniega, es decir, que nos esté tatemando, pero este local en pleno Lavapiés es una oportunidad de oro para rodríguez que sigan por la capital al ritmo de la cocina que Luciano Fasciolo propone con su cocina a la brasa donde lo vegano y lo vegetariano, vestidos de toques thai, mexicanos o peruanos, conviven con ofertas más clásicas. Todo ello en opciones de ración entera, media e incluso tercios, perfectas para probar de todo y además redondeado por una propuesta enológica divertida y distinta —olvídate de las etiquetas de siempre— para no pasar ser.
C/ Argumosa, 11.
Samo’s BBQ
Alitas de pollo, coleslaw, smash burgers, el clásico philly cheese steak, perritos calientes… El auténtico estilo de la más pura barbacoa americana, incluyendo sus salsas caseras, son los claims con los que Samo’s BBQ conquista a Madrid con un estilo 100% estadounidense, incluyendo la santísima trinidad de la brasa sureña con brisket, costilla y pulled pork. El paraíso para el finger food y para hacer nuestra particular Ruta 66 sin salir de Madrid con un homenaje a la barbacoa y al sur de Estados Unidos que, además, se consolida al son de un centenar de whiskies, de cócteles y de más de una decena de cervezas artesanas que servirán para alegrarse más que nunca de quedarse en Madrid en agosto.
C/ Alfonso XIII, 149.
Derzu Bar
Son los reyes de la kung food, y se encargan de poner en danza desde Barajas una cocina que resiste al agosto madrileño y que permite desde cierta periferia no entrar en la almendra central. Lo hacen al ritmo de una cocina asiática teñida de fusión sin complejos pero sensata que nada entre baos, gyozas, ssams, rollitos o noodles. Si no tienes vacaciones, diríamos que Derzu Bar es una forma de recorrer el Sudeste asiático sin salir de Madrid con su cocina oriental en la que el pad thai, el arroz al wok o el desfile de gyozas marcan.
C/ Bahía de Palma, 4B.
Mola Pizza
Heredera de la trattoria Fokacha y hermana de Lakasa, Mola Pizza se reinventa al son de la más internacional de las recetas de Italia y lo hace con los mismos principios que siempre ha perseguido el chef César Martín y su equipo: calidad y honestidad por encima de todo. Masas finas, crujientes y elegantes, son la base con la que Mola Pizza se entrega en cuerpo y alma este verano. Más de una decena de opciones (no te pierdas la vegetal, la de sardina o la Fokacha, con tomate, berenjena y prosciutto), que comparten cartel con antipasti igual de frescos y fieles, como la caponata o los arancini de champiñón y con la novedad de la carta, las mpustarellas, enormes bocatas para dos al más puro estilo napolitano. Al trago, para viajeros, una carta con vinos italianos realmente amplia con la que disfrutar del país de la bota al son de la botella.
Plaza del Descubridor Diego de Ordás, 3.
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El Invernadero
Coge las excusas, escríbelas en un papel y échalo a la papelera si crees que en Madrid no se puede disfrutar de cocina vegetariana de calidad y de estrella Michelin en el mismo restaurante. El chef Rodrigo de la Calle colonizó Ponzano, territorio del copeo, poniendo una pica verde con su propuesta de verduras, frutas y hortalizas, demostrando que El Invernadero tenía un público expectante y fiel en el centro de Madrid. Un lujo para el abiertos en agosto a través de la gastrobotánica que se disfruta en formatos de menú degustación y que demuestra con platos como el tocino vegano, la fabada de espinacas y trufa o la mousse de calabaza todo lo que lo verde puede decir.
C/ Ponzano, 85.
Surtopía
Si no vas a Cádiz este verano, Cádiz viene a ti desde el corazón del barrio de Salamanca con Surtopía, la propuesta que José Calleja, chef de Sanlúcar de Barrameda, lleva forjando varios años al compás que una cocina andaluza de raíces, repleta de fritos de calidad (sus tortillitas de camarones son de las mejores de la ciudad), de un recital de pescados que en Madrid no se estilan como la urta o el pargo (imprescindibles) o de un toque francés en su cocina que une lo mejor de dos mundos. Un planazo que además tiene menú degustación, propuestas para compartir y una carta de vinos que lógicamente bebe y vive de vinos del Marco de Jerez. Como estar de vacaciones, pero a diario.
C/ Núñez de Balboa, 106.
Candeli
Casi como un oasis entre el bullicio del Ponzaning, Candeli se convierte en el refugio para no echar de menos la calle Ponzano en verano y encima disfrutar de buena mesa, una parrilla de lujo y producto de primera para que la nostalgia del rodríguez no nos atenace en Madrid. La carta veraniega de Candeli lo apuesta casi todo al rojo y al verde, al compás que sus gazpachos y sus parrilladas de verduras marcan, pero también al ‘colorao’ que marca la gamba roja o sus carnes como chuletilla y solomillos, y la devoción que los hermanos Rivera sienten por los productos del mar. Ahí hay que echar al resto al calamar de potera, que está en temporada, a las frituras de aires andaluces o, si seguimos la estela de la parrilla, al cogote de merluza.
Calle de Ponzano, 47.
El Bacaro de Fabio
Venecia se sienta a la mesa con el duende que Fabio Gasparini ha creado con El Bacaro, esos templos de los cicchetti venecianos que a la vez son tapería y restaurante, y donde ya es imprescindible pedir sus pinsas, de masa súper fina y ligera, sus sarde in saor – unas sardinas en escabeche para chuparse los dedos – y las pastas frescas que elaboran diariamente, como la auténtica carbonara (huevo mediante). Tres locales avalan su éxito, permaneciendo abierto todo agosto el que está en la Plaza de la Paja, mientras que los de Pozuelo de Alarcón y de la calle Hartzenbusch cierran del 8 al 21 de agosto.
C/ Hartzenbusch, 9 / Plaza de La Paja, 2 / C/ Atenas, 2 (Pozuelo de Alarcón)
Sushi Bar Tottori
La cocina del Sol Naciente se cita con nosotros en nuestros restaurantes abiertos en agosto para que saciemos nuestros antojos de maki, nigiri, temaki, gyozas y sashimi sin remilgos. La carta es extensa, purista y ajena a estridencias de fusión, algo que se agradece cuando Madrid se pasa de ecléctica con la gastronomía nipona. Para dejarse sorprender, el menú degustación tiene un precio competitivo y una oferta variada en Sushi Bar Tottori, pero el recital de nigiri y sashimi se presta a volver una y otra vez. No pierdas de vista el sashimi de pez mantequilla y trufa, el nigiri de wagyu o de lubina con wasabi. Para carnívoros irredentos otra buena noticia, un katsu sando canónico que encargaríamos para merendar todos los días de nuestra vida si pudiéramos.
C/ Lagasca, 67.
Carande
Emigrar a Navacerrada siendo madrileño no es solo un magnífico plan de invierno, sino también para poner tierra de por medio durante el verano. Carande, en plena sierra, es otro de nuestros favs de restaurantes abiertos en agosto. Un planazo con todas las letras en un ambiente mucho más refrescante que el asfalto del centro y que nos tienta con una cocina sencilla y de producto que Carlos Carande distribuye con mimo y sin romper esquemas. Sabor, calidad y entendimiento que además tiene una buena colección de platos frescos como la menestra de verduras, la ensalada de cherrys confitados o, si hablamos de pescados, unas espectaculares cocochas que también irradian verano. PD: deja hueco para el cochinillo confitado, una de las estrellas de su carta.
Plaza del doctor Gerena, 10. Navacerrada.
La Pizzería
Tan concreto como contundente, La Pizzería es una declaración de intenciones para ‘huir’ a Italia en pleno agosto madrileño y que Ferragosto no nos pille a desmano. Muy céntrico —en ese margen entre Chueca y Malasaña—, este restaurante que lleva lo italiano por bandera cuenta con el asesoramiento del estrella Michelin Mauricio Giovanini, que entre pastas y pizzas forja una carta donde lo artesano es el protagonista en cualquier tipo de masas. No deberías marcharte sin catar sus malfetti de ricotta y espinacas, uno de los platos de pasta más refrescantes que conocemos, o sus aceitunas rellenas, también impresionantes como antipasto. Las pizzas, finas al estilo napolitano, de fermentación lenta y al horno de leña son otra garantía de éxito y, al contrario que suele pasar en pizzas artesanas, poco tacaña con los rellenos. La de prosciutto y funghi es impresionante, aunque la secundan otra decena de propuestas igual de interesantes.
C/ Barquillo, 20.
Bar Manero
Parada de foodies y disfrutones por antonomasia, el despegue de Bar Manero en Madrid sirvió como puerta de entrada para los aires alicantinos que el hostelero Carlos Bosch propone, marcando el tempo con sus vinos, etiquetados para Manero por afamados productores, y por los ritmos que la barra que este coqueto local en Claudio Coello ha convertido en lugar de peregrinaje. De aquí no se debe ir uno sin probar sus salazones – que encandilarán por su suavidad hasta al que no comulgue con ellos -, darse algún capricho con sus ostras (maridadas con champán, si es posible), o darse un baño de casticismo con su bocata de calamares. Para intrépidos, imprescindible el lobster roll de cangrejo real y dejarse seducir por el lateo de calidad que al son de navajas, berberechos o mejillones nos atrapa en sus redes
C/ Claudio Coello, 3.
Omeraki
Aunque tienen un pequeño parón del 15 al 21 de agosto, Omeraki da el callo durante la práctica totalidad del mes, así que no podemos dejar de presentarle en nuestro abiertos en agosto. Omeraki (en el barrio de Salamanca) es la nueva aventura gastronómica del popular chef Alberto Chicote, que retoma sus aires japoneses y fusión con una cocina vista central en la que él mismo oficia —dando la cara por su restaurante en su regreso a la cocinas— con dos menús degustación que se atreve con todo y sin tapujos como el chili crab de bogavante, el edamame con caldo de mantequilla —nunca habíamos visto nada así— o el refrescante gazpacho de verduras asadas que comparten escena con nigiri y sashimi de clara impronta oriental.
C/ Duque de Sesto, 27.
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Bichopalo
En la parte alta de Chamberí —calle Cristóbal Bordiú, 39—, el chef Daniel Pozuelo demuestra que la alta cocina ni tiene que vivir entre corsés ni tiene porqué suponer dejar temblando la cartera. Lo hace con mimo, con talento y con un bagaje que le ha llevado por estrellas Michelin como Arzak o Dstage, rompiendo esquemas en Bichopalo con un menú degustación —solo trabaja este formato— de seis platos por 35 euros que va rotando casi semanalmente, en función de mercado y temporada. Otro restaurante al que no perder la pista y al que convertir en un habitual de tus recomendados con amigos, familia y compañeros de trabajo porque es impresionante.
C/ Cristóbal Bordiú, 39
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Arrayán
Una discreta puerta roja a espaldas de Cibeles y de la Puerta de Alcalá es el salvoconducto de Arrayán, la propuesta más gastronómica del chef Javi Cabrera, que mantiene un particular idilio con Madrid que en agosto se convierte en una necesidad, viendo que la ciudad anda escasa de alta cocina durante el verano. Perfecto para cenas y comidas especiales o para esos días de capricho, la cocina de mercado de Arrayán brilla con tintes franceses y mediterráneos. Frescura y tradición que se citan en su bullabesa, en su ajoblanco malagueño con sardina ahumada, o en el lenguado con almendras. A carta y a menú degustación, además de escoltado por más de 200 referencias de vino, Arrayán es el capricho ideal para demostrar que Madrid en verano no para.
C/ Marqués del Duero, 5.
Gaman
Hay esperanza para los amantes de la cocina japonesa y nikkei de calidad en agosto. No temáis, no tenéis por qué caer en cualquier sushi de baratillo o en makis de dudosa procedencia, porque el chef Luis Arévalo, una de las voces más reputadas en el mundo de la cocina japoperuana, se mantiene al pie del cañón en la barra que gobierna desde Gaman. Ahora en la zona de Guindalera, muy cerquita de Diego de León, el cocinero peruano propone un menú degustación con un entrante, ocho nigiris y un postre, además de su apuesta por la carta. Disponible todo el mes de agosto y también disfrutable en su nueva terraza, la propuesta de Gaman por el producto y por la frescura son los imanes que necesitábamos para mantener la fe en lo japo incluso en los meses más calientes.
C/ Ferrer del Río, 7.
Rocacho
¿Quién necesita huir a parrillas del norte o a arrocerías levantinas cuando en pleno Chamartín hay una casa donde la brasa y los arroces marcan el tempo? Conquistaron Madrid hace unos cuantos años al son de las carnes maduradas de El Capricho, pero han seguido creciendo con una propuesta en la que sus pescados a la parrilla son fundamentales (lo del rodaballo en Rocacho es una cosa de locos) y el trato a los mariscos, como el arroz de gamba roja o la lasaña que también marchan con ella. Para no echar de menos la parte más carnívora, a mesa puesta el steak tartar – preparado en la propia mesa – o sus chuletas de vaca de trabajo para darse el gustazo cárnico.
C/ Padre Damián, 38.
Q78
No puede faltar, si queremos viajar a bocados de morro fino, una parada en México durante el verano madrileño. Apelamos a las puertas a lo mexicano con nuestro especial de abiertos en agosto a costa de Q78 (de espaldas a la Puerta de Alcalá y de la Plaza de Cibeles) que bajo el apellido de ‘gastromezcal’ ya nos demuestra que aquí el comer y el beber van de la mano. Además, tenemos dos noticias: una buena y otra mejor, la primera es que aquí no verás manidos guacamoles y totopos. La segunda es que vas a ver cocina de autor con platos originales de la cocina mexicana como el pulpo tikinxic, el aguachile negro, las auténticas carnitas de Michoacán o unas enmoladas de campeonato. Frescura y potencia para el verano madrileño que se consolida con una carta amplia de mezcales, tequilas y coctelería —incluso sin alcohol— para todos los públicos.
C/ Villalar, 6.
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