Cuando, estando en Lisboa la semana pasada, me enteré de que le daban su primera estrella Michelin al restaurante del Molino de Alcuneza, mis pupilas se pusieron como monedas de 50 céntimos… ¡precisamente tenía reserva desde hace dos meses para pasar el siguiente fin de semana allí!. Habíamos escuchado rumores de que se comía de escándalo, de que sus panes eran de otra galaxia, y de que sus dueños, los hermanos Blanca y Samuel Moreno (directora y chef respectivamente) eran muy cracks. Tras estar allí el finde pasado, lo podemos confirmar, todo.
Os queremos acercar a este un pequeño paraíso a escasa hora y media de Madrid, un antiguo molino harinero que compró el padre de los hermanos allá por el 1992 con la intención de hacer una casa para la familia. Como era demasiado grande, cuatro años más tarde, en 1996, decidieron abrir como casa rural (de las primeras en Castilla La Mancha), con 11 habitaciones.
Tras muchos años haciendo muy bien las cosas, y manteniendo su filosofía de «Bien para pocos, no mal para muchos» (a día de hoy tienen 17 habitaciones), en 2014 fueron admitidos por la exigente guía Relais & Chateaux gracias principalmente a su apuesta fuerte por la gastronomía. En el 2016 abrieron su restaurante al público, pues antes era solo para clientes, y hace una semana, como os decía al comienzo, llegó la estrella Michelin.
Con estos precedentes, nos acercamos a pasar el lluvioso fin de semana al Molino de Alcuneza, con muchas ganas de paz, y claro, de comer. Y como aquí esto es lo que más nos interesa, pasamos a contarte en qué consiste esta propuesta gastronómica basada en temporada, y en producto de proximidad.
En el restaurante podrás elegir entre comer a la carta, con 5 entrantes, 6 principales, y 4 postres, o pedir uno de sus tres menús degustación, Compartir (45 euros), Disfrutar (50 euros), o Celebrar (65 euros). Nosotros habíamos ido a jugar, así que nos decantamos por el Celebrar.
Antes de empezar, abrimos el apetito (que ya era mucho), con un Finca Río Negro del 2017, un Gewürztraminer que elaboran en Cogolludo, a muy poca distancia de donde nos encontramos. Si la cosa va de Km 0, había que barrer para casa.
Y tras un primer sorbo, llegaron los Aperitivos (solo con los menús Disfrutar y Celebrar). Llegan los 5 a la vez, y debes comerlos según el orden que te indican. Cono de paté de trucha y capuchino de boletus, Esfera de queso manchego y trufa, Mini empanadilla de jabalí y sobrasada, y el increíble Torrezno extrafino.
Muy complicado encontrar un Torrezno de este level, y mira que hemos probado torreznos en Madrid.
Tras acercarnos una bandeja con unos increíbles panes, elaborados por ellos mismos, con harinas locales, como centeno gigantón, trigo negrillo, florencia aurora, o monococum, de esos que huelen al campo y saben a gloria, comenzamos con una Alcachofa rellenas de oreja adobada, con pimientos confitados al romero. Pero que muy sorprendente este plato.
Seguimos con una Menestra de verduras y setas de temporada (que Juan, el padre de Blanca y Samuel, y Nela, su perrita, se encargan de recoger del campo cada día), con crumble de cebolla. Sabores y texturas muy bien entrelazadas.
Después, un Canelón de pollo de corral, con crema de pistachos y trompeta negra. Sencillo pero muy efectivo, esto está hecho con amor amigos… lo notarás desde el primer bocado.
Y pasamos a otra recomendación de Blanca (además de la directora es sumiller), igualmente mirando al terruño vecino, de nuevo Finca Río Negro (2013), ahora un tinto coupage (tempranillo, syrah, merlot, cabernet sauvignon). Grandísimo vino.
Y entonces, llegó un plato que me llamó mucho la atención, sus Lascas de Bacalao con holandesa y tabulé de verduras. Entra como la seda.
Por último, un Roastbeef de corzo sellado a la brasa, con boletus edulis y serrín de foie. Un buen punch de sabor para acabar felizmente con la parte salada de este menú Celebrar en Molino de Alcuneza. Lo recuerdo y salivo sin fin, tal cual.
El primer postre es un Patito de goma, relleno de una crema de limón bien cítrica (y recubierto de manteca de cacao), con un helado de pan de especias.
Y el segundo, un Cremoso de chocolate, con praliné de pipas y helado de pan frito.
El fin de fiesta, con unos Petit Fours que aunque ya andábamos tocados, tuvimos que darlo todo. Teja, Chocolate negro con pipas, y Chocolate blanco con menta (mi favorito).
Buenísima experiencia en el restaurante del Molino de Alcuneza. Cocina honesta, sencilla, rica, de producto, temporada (cambian el menú tres veces al año) y sobre todo, de mucho sabor. El chef Samuel Moreno sabe muy bien lo que hace, respetando lo que les ofrece el campo, y potenciándolo en su justa medida con buenos fondos y salsas muy equilibradas.
Así, Sigüenza se erige como un destino gastronómico fundamental, ya que siendo un núcleo de población tan pequeño, cuenta con otro restaurante también con una estrella Michelin, El Doncel.
Tras una tarde/noche de reposo absoluto, y de lecturas varias con el sonido del chisporroteo de su chimenea en su salón principal, llegó la mañana siguiente y volvía a haber hambre (como siempre). Era turno de su desayuno. Bollería y yogur homemade, zumos, embutido de la zona, frutas, mueslis, panes de los suyos, cafés… en resumen, casi dos horas de desayuno a ritmo de jazz.
Me encanta aquella frase de «Comer bien cuida la salud, y alimenta el alma», de Auguste Gusteau, chef de la película Ratatouille. Así fue, salimos de este paraíso renovados y felices, con un millón de ganas de volver lo antes posible. En el Molino de Alcuneza te vas a encontrar lujo sencillo, mucha tranquilidad y lo que más nos importa, muy buena cocina. Habiendo comido el menú degustación que te contamos, y descansado esa noche en habitación estándar (con su desayuno y su spa posterior), la cosa sale por 315 euros (en temporada baja). ¿No te parece la escapada gastronómica perfecta?
Para que les fiches, aquí tienes la web del Hotel Spa gastronómico Molino de Alcuneza, y como siempre, su Facebook, Twitter e Instagram.
Ojo, cierran el 10 de diciembre y vuelven a abrir ya en febrero. Ya nos contarás por aquí cuando vayas 😉