Uno de los motivos por los que suelo veranear en Asturias, además de por tener por allí a unos maravillosos tíos, es por su rica, abundante y democrática oferta gastronómica. Si me paso allí 10 días, caen unas 8 fabadas (aunque sea verano), y otros tantos cachopos, sin olvidarnos del Arroz con Pitu del Molin de Mingo. Por eso, cuando me llegó la noticia de que hace bien poco habían abierto un restaurante asturiano, bastante cerca de nuestra casa, donde al parecer actualizaban los guisos de toda la vida, de la abuela asturiana, tuve que reservar rápidamente en La Guisandera de Piñera.
El nombre del restaurante es toda una declaración de intenciones, pues las «guisanderas», como se las conoce en Asturias, son aquellas cocineras que además de cocinar como los ángeles, también llevan décadas velando por mantener vivas las recetas tradicionales, esos guisos llenos de carácter y sabor, que deben perdurar en nuestro recetario porque son fundamentales para entender nuestra cultura gastronómica. Así lo pensó la familia Marrón (los creadores del proyecto), al fichar al chef Pedro Martino (ex Naguar, Ribadesella) para este nuevo, pero de toda la vida, concepto.
Y es esto precisamente lo que te vas a encontrar en La Guisandera de Piñera, una carta de corte muy tradicional, con entrantes como el Salpicón de pixín, las croquetas o las Cebollas rellenas de bonito, una sección «Verde que te quiero verde» de donde apetece todo, Cuchara, Arroces, Pescados y Carnes. Mucho guiso, mucho fondo, mucho fuego lento, en un espacio renovado (era en antiguo Piñera, del chef Carlos Posadas), muy luminoso, cálido y acogedor. Nosotros quisimos hacer un recorrido completo, y pedimos todo para compartir. Te lo cuento ya mismo.
Empezamos con unas Croquetas de picadillo, con bechamel ligera y muchísimo sabor. Por lo visto estuvieron entre las 10 mejores de España cuando su chef, Pedro Martino, las hacía en Naguar (Oviedo).
Después, un fuera de carta, su Ensaladilla tradicional, con guisantes «arbeyos» (asturianos), pimiento asado pasificado, láminas de bonito, zanahoria, piparras, y huevo rallado con perejil. Si la tienen cuando vayas a La Guisandera de Piñera, tienes que pedirla, es imprescindible.
Alcachofas (de Navarra) con jamón ibérico. Tiernísimas, con un pil pil de jamón ibérico (hecho con fondo de huesos de jamón ibérico y emulsionado con aceite).
Entramos en el grueso de la comida con uno de los hits de La Guisandera de Piñera, con su Fabada Tradicional de la abuela, con morcilla de calabaza, chorizo, tocino y lacón.
El Arroz con Pitu de Caleya, tal y como se hacía antiguamente. Pitu guisado, arroz con fondo de pimiento y cebolla confitada, también con pimiento pasificado (adictivo), y hierbas aromáticas. Nos encontramos algún que otro trozo de carne algo seco, otros en su punto.
Y por último, su Rabo de Toro al vino tinto, con patatas panaderas y unas verduritas escabechadas que le iban de miedo.
Por último, un postre que hacían hace años las abuelas, Barreña de «Ca Sancho». Una leche batida con azúcar, queso recién hecho, y acompañado de nueces y miel de Outurelos (miel artesana de Asturias).
En La Guisandera de Piñera vas a comer con tranquilidad, recetas tradicionales (muchas de ellas del recetario asturiano), elaboradas a fuego lento, igualmente sin ninguna prisa, al estilo abuela. Te será difícil escoger, pero una buena opción será copiarnos y pedir un poco de todo, incluso en medias raciones si quieres comer más cositas, para compartir. Imprescindibles sus Croquetas, su Ensaladilla, su Fabada tradicional, y su Arroz con Pitu. Su servicio de sala es más que correcto, y su ticket medio de 35-40 euros por barba. Me parece muy buena opción para disfrutar de esos guisos de siempre, que tanto apetecen ahora, y en tan pocos sitios se encuentran.
Por si quieres seguirles la pista en Instagram, aquí te dejo el perfil de La Guisandera de Piñera.
C/ Rosario Pino, 12.
¡Qué buena está la comida tradicional española!