Ayer tuvimos el placer de asistir a la re-inauguración de una de las pastelerías más míticas de Madrid, La Duquesita. A los que no os suene, esta pastelería de la zona de Alonso Martínez, se abrió en 1914, y todavía recuerdo “el drama” al saber que cerraba.
Ayer, después de 9 meses de mucho trabajo, Oriol Balaguer, uno de los mejores maestros chocolateros de España, nos hizo disfrutar del nuevo concepto y de la nueva etapa, que ya os adelantamos que va a dar mucho de qué hablar, de La Duquesita.
Oriol Balaguer, ha decidido apostar por algo que hoy en día os puede parecer arriesgado pero sinceramente, para nosotros tiene todo el sentido, ya que es un proyecto en el que es fiel a sí mismo y a su pasión: los bombones, y queridos amigos, ¡qué bombones!
Ha conseguido centrar la atención en el chocolate y volver a poner el bombón en la delicia premium que es, con una selección exquisita de sabores y combinaciones como el crujiente, de anís, naranja, lima-menta, trufa… o nuestro favorito el de frambuesa-lichis, entre otros. Eso sí, siempre bajo la atenta mirada de La Duquesita, uno de sus pasteles míticos, que permanece tan inmutable como espectacular.
Además el packaging de las diferentes opciones es tan potente como el sabor de lo que encontrarás en su interior.
Una de las cosas que más nos ha gustado es que haya respetado tanto el antiguo espacio, rescatado su estructura y raíces. El resultado no podría ser mejor ya que entras en un espacio elegante de techos altos, espejos con marcos señoriales, lámparas de ensueño y además, estás rodeado de delicias artesanales, la experiencia comienza desde que entras por la puerta. Sinceramente, todo un acierto.
Volviendo al tema de la bombonería y pastelería, porque aquí hemos venido a hablar de repostería y chocolate, no queremos dejar de mencionar los croissants y panettones, o las nuevas tartas que ya están esperándonos en la vitrina para llevar a casa en esas tardes de otoño y visitas familiares.
Como ves, La Duquesita reabre sus puertas y nos ofrece todo un espectáculo para los sentidos… ¡grande Oriol!, ¡qué vivan los bombones y el buen chocolate!
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