Si hace unos meses os traíamos Asgaya, uno de los mejores asturianos que hemos probado en Madrid, hoy os queremos descubrir a su hermano pequeño, cocina tradicional asturiana con toques modernos en pleno centro de Madrid, La Charca.
La Charca pertenece al Grupo Asgaya, lleva abierto como tal desde Noviembre de 2013 y la idea de su dueño, Manuel Fernández, era reinventar el local ofreciendo una decoración, una carta y en definitiva, un concepto que no existiese por el barrio.
El local tiene una primera parte, nada más entrar, donde está la barra con sus taburetes y unas cuantas mesas altas para hacer un tapeo o una comida rápida. La decoración mezcla toques modernos con materiales clásicos, y juega con luces indirectas de colores que le dan cierta sofisticación al lugar. Sus responsables son Zq & Ba Arquitectos.
Mas adentro, nos encontramos con el comedor, que da a un patio interior. La decoración sigue la misma línea, con mucha madera y luces indirectas de colores en las paredes, es acogedor.
Pero vamos a lo que nos ha traído hasta aquí, que es el papeo. En La Charca podéis comer de menú por 13,90 Euros, de medio menú por 8 Euros en barra, 10 Euros en mesa, o podéis tirar de carta como en cualquier restaurante, todo ello «Made in Elías«, el chef del lugar.
Nos atendió enseguida Juan Ramón, que nos asignó mesa, nos dejó la carta y nos ofreció un vino ligero que nos gustó (cuando salimos a «morrofinear» no nos apetecen vinos demasiado duros, sino algo que acompañe sin cargar demasiado), un Cair Cuvée Luci & Begoña 2011, de D.O Ribera del Duero.
Nos pasa siempre lo mismo, miramos cartas como la de La Charca y empezaríamos a pedir sin parar, tenemos buen saque, así que hablamos con Juan Ramón que nos propuso servirnos raciones un poquito más pequeñas, pero así poder probar más platos. Nosotros, como no, ¡encantados!, nos dejamos recomendar.
Empezamos con un pequeño aperitivo que nos sirvió Ana, una de las dos camareras que, junto a Celeste, nos atendieron durante la comida, unos Mejillones con picadillo muy, muy ricos. Nos encanta que te reciban con estos detalles en un local.
De primero nos sirvieron una Patata confitada con Trufa, Foie y huevo de corral a baja temperatura. Como siempre decimos, nos gusta tanto la comida sofisticada como un buen plato tradicional bien cocinado, y este estaba de muerte. El sabor de la trufa estaba muy presente sobre todo en el aceitito que había al fondo del plato, era perfecto para mezclarlo todo y… ¡a disfrutar!
Enseguida llegó un segundo plato que, lo reconocemos, nos sorprendió gratamente. El 50% del equipo morrofinero es «pro-arroces», mientras que el otro 50%… ni fú ni fá. Pues os prometemos que este Risotto de hongos con foie-grass braseado y su jugo estaba espectacular (y os escribe el que «ni fú ni fá»). Melosillo, muy, muy sabroso y con ese aceitito trufado en el fondo, muy parecido al del plato anterior, un plato que nos encantó.
Aún no estábamos en el ecuador de la comida, y nos trajeron el tercero, un Calamar de potera con alioli de manzana. Nunca habíamos probado un alioli de manzana, pero desde luego era el toque estrella de este plato: un poquito de calamar con cebolla, unas hojitas verdes y por último, un toque de ese alioli ligerito… un bocado delicioso.
Estábamos contentos y aún nos quedaba saque, así que Juan Ramón (que debió notarlo) pasó a los platos de la liga de campeones y nos trajo unas Verdinas con frutos del mar… consistencia y sabor en estado puro. Si os gustan los platos de la abuela, podéis empezar con este y no os defraudará.
Pero lo que no podíamos hacer es ir a un asturiano y no probar una buena Fabada asturiana como la charca, tal y como pone en su carta. Sí, lo sabemos, es muy típico y todo lo que queráis, pero… ¡Dios que rica estaba la fabada! Densa, con su chorizo, su morcilla, su tocino… si la pedís, más os vale ir con el estómago preparado porque esa fabada no se anda con «tontás».
Era el momento de la retirada, nuestros estómagos pedían a gritos un respiro pero por lo visto nadie los escuchó, y nos trajeron el último plato (antes del postre), Rodaballo con gambas y almejas. Este es quizá el plato que menos nos entusiasmó, estaba bien cocinado, sabroso e incluso mojamos la salsilla, pero después de tanta comida y tantos sabores, tomar como último el pescado no nos permitió disfrutarlo como nos hubiera gustado. Pero no os equivoquéis, amantes del pescado, este plato os gustará.
Llegó el momento del postre, y os prometemos que no teníamos hueco prácticamente para nada más. Pero claro, sabiendo ya de antemano lo rico que estaba, no pudimos resistirnos a pedir un Arroz con leche. ¿Qué os vamos a contar? Si el de Asgaya estaba bueno, este estaba exactamente igual de rico… MUY rico.
Juan Ramón debió vernos tocados después de tanta comida, la verdad es que estábamos hasta arriba, así que tuvo el detalle de traernos un Licor de melocotón casero excepcional, la guinda del pastel.
Ya veis, en La Charca no se andan con chiquitas, se come bien, de calidad y de cantidad. Salimos a unos 28 Euros por persona, pero hemos de reconocer que nos habría sobrado un plato y medio porque salimos de allí hasta los topes.
Aquí tenéis su Facebook, Twitter y página web:
http://www.lacharcataberna.com
C/Juan Álvarez Mendizabal 7, Madrid
91 547 28 94/699091718
PD. Si vais a La Charca, acordaos de decirle a Juan Ramón que los habéis descubierto a través de Con el morro fino, y seguro que os tratan de maravilla.
Nosotros tampoco tenemos fin, nonstop Ana! 😉
El detalle del licor es la clave para poder comerse el postre tranquilamente…porque estos asturianos parece que no tienen fin cuando comen!!!!