En varias ocasiones me han preguntado por qué todos los restaurantes sobre los que escribo tienen por mi parte una referencia positiva, y aunque posiblemente ya sepas la respuesta, te lo explico. Aquí te vas a encontrar una guía de restaurantes donde sí ir, no donde no ir. Si no me convence (y esto pasa a menudo), no lo publico, recomendando solo los que me gustan, así de fácil. El que te recomiendo esta semana es sin duda de los que sí tienes que visitar. Un bar de barrio, Lavapiés, renovado con gran acierto, y lo más importante, con una pequeña/gran cocina de donde salen platos con muchos quilates gastronómicos. Te hablo de La Burlona.
Este proyecto surge de la unión de Raúl Saldaña (con gran experiencia en hostelería) y el chef Jorge Reina (ex Quique Dacosta, Ramses by Arzak), y aunque en un principio nació más con vocación de ser un bar de barrio, la calidad de su propuesta gastronómica les ha ido colocando, y con razón, en boca de muchos. Así, La Burlona ha ido tornando más hacia lo que es ahora, lo que nosotros queríamos comprobar, un restaurante donde la verdad es que se come de escándalo.
El local, que antiguamente fue un café teatro de los de toda la vida, es ahora un escenario con grandes ventanales (y mucha luz), blancas columnas, un gran espejo, detalles de madera que le aportan calidez al espacio, y una diminuta cocina donde puedes ver a Jorge y a su equipo haciendo de las suyas, y qué «suyas». Mientras echamos un ojo a la carta, suena el señor James Brown de fondo, y vemos que además de una sección de entrantes, y principales, tenemos cuatro platos veganos (bien jugado, a ver si otros toman nota).
Es difícil, mas bien inútil, buscar nombre para clasificar la cocina de Jorge Reina en La Burlona. Clásicos renovados, platos de siempre con una vueltecita… da bastante igual, cuando el disfrute alcanza el nivel que alcanzó. Ibamos con hambre y lo queríamos pedir todo, pero no podía ser porque podríamos haber sucumbido en el intento. Así que nos dejamos asesorar por ellos, y sin más, este fue el resultado.
Empezamos con una Sardina marinada con néctar de olivas y cebollitas encurtidas. La Burlona «se ríe» de lo que viene a ser una Gilda, y nos la presenta a su manera. Una declaración de intenciones en toda regla.
Seguimos con un Atún rojo con gazpacho amarillo (hecho con tomates amarillos, y con toque picante de ají amarillo). El tartar de atún está aliñado con kimchi, y encima lleva una hoja de shiso en tempura. Textura y potencia, picante y cítrica, en cada bocado.
Pulpo con gazpachuelo cítrico de calamansi. Sopa fría con toques orientales (caldo dashi ahumado ligado con mayonesa), con el pulpo salteado con un toque picante, y hierbas para refrescar. Para mí, un 10.
Y otro obligatorio en La Burlona. Su Arroz de trompeta de los muertos. Meloso, crujiente… Aquí se nota la experiencia de Jorge con los arroces. Maravilla.
Después, sus Mejillones con salsa de callos y mini torreznos. Lo mismo de antes, La Burlona nos ofrece su particular versión (inédita que yo sepa) de los mejillones.
Nuevo en carta. La Importancia de las patatas. Ingrediente principal, patatas. Acompañadas de yema curada, boletus, chantarela tubiforme, y civet de jabalí. Puro otoño en el plato.
Y cuando ya pensábamos que no podía subir el nivel, llegó otra novedad de la carta, la Fideuá de setas y foie asado. A ver si me explico. Es absolutamente indispensable cuando vayas a La Burlona.
Acabamos con dos postres, primero, para refrescar el paladar, la Ganache de chocolate blanco, fruta de la pasión y helado de mango.
Y su Tarta de queso cremosa con toque azul. Lleva Idiazábal y queso azul, y va muy bien acompañada de un helado de caramelo salado.
Mucho, pero mucho nivel en La Burlona. Este bar de barrio, con su propuesta aparentemente informal, nos ha enganchado por completo. Platos llenos de saber hacer (hay que seguir la pista de este chef), de matices, de equilibrio, de contundencia; una sala agradable y muy atenta; una interesante carta de vinos (aunque yo metería algunos más por copa); y un ambiente, con un musicote, en el que estarás más que a gusto, se dan la mano con un ticket medio que rondará los 30-35 euros, aunque a nosotros se nos fue la mano hasta los 50, pero ya ves que fuimos a muerte. Ojo, si te gustan los cócteles, en poco tendrán disponible la planta de abajo, a la que llamará El Trilero, un cocktail bar que irá en la misma línea, hacernos disfrutar con cócteles clásicos, pero también muy diferentes. Enorme descubrimiento este de La Burlona. Reserva, reserva, ¡ya me contarás!
Por si quieres seguir más de cerca a La Burlona, aquí os dejamos su Instagram.
C/ Santa Isabel, 40.
Gracias por la recomendación, para mi gusto el plato menos logrado fueron las patatas a la importancia, el resto buenísimo