Cuando mis amigos de Con El Morro Fino me propusieron dejar por escrito mis mamarrachadas no lo dudé ni un momento. Pobre de mi. Semanas he estado dando vueltas a como empezar en esta plataforma, ¡que sufrimiento!. Así que me voy a dedicar a dejarme llevar, trasladar alguna charla off the record aquí y beber. Hay que beber y beber amigos. De hecho me estoy tomando una copa de un verdicchio di Castelli Di Jesi mientras escribo estas lineas (atufao uno escribe mejor).
El caso es que en medio de la concepción de esta entrada triunfal recibí una llamada de mi tia. Mi abuela cumpliría en unos días 87 años y su intención era (seguramente alentada por mi pesadez) llevar algún vino seleccionado por el menda. A mi esto me pone, ya os podeis imaginar.
En multitud de comidas familiares he llevado vinos de todas las zonas, países, caros, baratos, finos, potentes… y al final querían un Rioja y Albariño de Rias Baixas. Lo de siempre. Pero como no iba a pagar yo nos pusimos manos a la obra.
El lugar elegido fue un Makro. Durante la revisión completa de todas las estanterias intenté, sin conseguirlo, que aceptaran coger otra cosa. «¿No os apetece coger cosas diferentes?«. La respuesta fue: «Cuando hemos probado otras cosas nos ha parecido demasiado pesado, denso». Ella, mi tia, es fan absoluta de Imperial.
Por allí también pululaba el sumiller de turno, y en uno de mis despistes le preguntaron por su recomendación riojana. ¡Traición!, pensé.
Rapidamente me acerque y pude comprobar como él se declinaba por un estilo mucho más moderno, mas fruta, mas concentración, mas madera nueva. Y ahí empezo el debate.
En un abrir y cerrar de ojos me encontré defendiendo esas elaboraciones clásicas como Lopez de Heredia, Rioja Alta, Viña Real, ¡hasta Faustino si hace falta!. (Probé hace poco el Gran Reserva del 2001 y ojito).
Vinos con finura, delicados, frescos, con personalidad y tradición. Vinos que probablemente sean los únicos tintos que pueden competir con los grandes tintos del mundo. Por esa capacidad de envejecer tremendamente bien, y conseguir así una complejidad apabullante. Hay que esperarlos señores, hay que esperarlos.
Un momento, entonces, ¿amo Rioja u odio Rioja?. Todos los frikies del vino sabemos que se empieza rechazando Rioja. Porque es lo típico, porque queremos ir de entendidos bebiendo vinos raros, porque en tu grupo de amigos no mola decir que Rioja es lo mejor. ¡Eso ya lo saben todos!. Pero al final se vuelve. Se llega a comprender porque Rioja es lo que es y porque mi tia piensa que el vino tinto por excelencia en España es un Rioja.
Pero eso sí, se vuelve de otra manera, buscando ese clasicismo que hace que metas la napia en el vino y lo identifiques al momento (cuantos Riojas son igual que un Ribera del Duero y viceversa?). Siempre vinos con años, buscando su momento de plenitud, sabiendo que se puede esperar de esa añada. Por favor, no te compres un Gran Reserva 904 de Rioja Alta del 2001 y te lo bebas ahora, no tiene sentido!. La Rioja que quiero es una MILF en toda regla.
Así que en esos terminos nos movemos. Sí pero no. Tempranillo, pero no todos. Rioja son bodegas. Sin más.
Pero para que nadie se pelee, y cada uno saque sus conclusiones, voy a llevar mi recomendación de hoy fuera de Rioja. Por favor, silencio.
Taganan parcela Amogoje 2012 (unos 23 euros en tienda aproximadamente). Un vino de Canarias (de Rioja a Canarias, me parto el ojete pensando en la cara de algunos). Un vino blanco elaborado por otros 4 frikies que son los chicos de Envinate. Vaya manita que tienen. ¡Y vaya saque también!.
Norte de Tenerife, vinos atlánticos de verdad, viñedo de cepas de más de 200 años. Obviamente la filoxera jamás llegó aquí. Gual, forastera, malvasia, marmajuelo, albillo, listan blanco y otras tantas (ni ellos saben lo que hay ahí) en el parque natural de Anaga. Zona escarpada de suelo volcanico orientada al norte. Barricas de 500 litros para no marcar la madera (gracias) durante 11 meses.
Estuve intentando localizar el viñedo con google earth, pregunté a Jonatan de Suertes del Marques ya que Roberto Santana, integrante de Envinate, es el enologo de esta otra gran bodega de la zona. Al final no pude localizarlo pero me di una «vuelta» por el pueblo y la zona. Precioso.
El vino es de un claro estilo oxidativo, recuerda a los vinos franceses del Jura, mi compañero de cata a ciegas lo comento (¡vamoooos!). Complejo, con fruta blanca madura pero a la vez muy fresca. Mineral, ese suelo volcanico se nota. Hierbas de monte. Mar. ¿Un mar y montaña?.
La boca es un espectáculo, larguísima, salada, fresca, mineral, frutal en su justa medida.
Un autentico vino de parcela que representa su zona, su identidad, de donde viene y a donde va, creo que tendrá una gran evolución.
El Océano Atlántico, la tierra de Canarias, volcán, miles de flores y abejas a su alrededor… This is how we do it.
Ese vino (Taganán) no he tenido la suerte de probarlo aún, pero lo haré. En Canarias y en Tenerife concretamente se están haciendo muy bien las cosas en materias vinícolas, Una suerte para los que vivimos aquí.
Saludos desde el paraíso.
Perfecto Luis Alberto, pues ya nos contarás a ver qué tal!
Abrazote.
Buena reflexión, sí señor. Está claro que hay que fijarse en el vino que estabas tomando: te inspiró bien 😉 Bromas aparte, dos grandes reflexiones, cómo y a qué Rioja volver y ese inquieto vino canario.
Gracias por leernos Jorge, nos alegra que te guste. Pronto seguiremos con más reseñas.
Abrazo!
Muy interesante el articulo y facil de leer para quien no tiene mucha idea de vinos…………..siempre nos quedara Rioja.
Muchas gracias Jose Angel, nos alegra que te haya gustado.
Seguiremos escribiendo sobre vino próximamente.
Un abrazo!