Quien ha visitado la isla, lo sabe, lo siente. Lanzarote sorprende con paisajes casi lunares, exóticos y barnizados por ese color gris antracita de la arena del Timanfaya. La isla de los contrastes esconde vinos igualmente sorprendentes. En el particular Valle de la Geria, hace más de 200 años empezó la aventura de Bodegas El Grifo, una bodega que con aparentemente todo en contra, ha creado vinos únicos e incomparables. Esta es la historia de tres familias que han dado vida a una de las bodegas más antiguas de España y la más antigua de Canarias. Aquí hay mucho que contar.
Un viñedo ¿imposible?
La teoría no engaña. En esas latitudes, la vid no debería existir… Solo en teoría porque la isla de Lanzarote hipnotiza con un paisaje tocado por la varita mágica de los dioses de la fertilidad. La erupción del Timanfaya (1730) depositó capas y capas de ceniza con minerales en el suelo de La Geria. Parecía imposible sacar adelante un viñedo, pero pronto se dieron cuenta de que esa ceniza actuaba de “esponja” natural. Por eso cavan hoyos con forma de cono, en el centro plantan la vid y la ceniza retiene la humedad de las escasas precipitaciones que caen en la isla. Así se evita la evaporación, la vid se desarrolla sin problema y los vientos alísios mantienen el alto grado de humedad y las temperaturas a 24-26º en los meses de verano. Así se decanta la magia.
Un viñedo manual
Esos “extraños” hoyos cavados en el viñedo son manuales, al igual que su mantenimiento. La mecanización no es viable en estas tierras. “Todo el proceso es manual. No es posible mecanizar porque la capa de ceniza volcánica que nos ayuda, a la vez nos impide entrar con un tractor y elaborar tratamientos fitosanitarios como están acostumbrados en otras zonas” explica Jorge Rodríguez, enólogo de la bodega y un auténtico apasionado (de verdad, no es una frase hecha) del mundo del vino.
El Grifo, vida (intensa) de una bodega única
Los primeros viñedos de El Grifo se remontan nada más y nada menos que a 1773, cuando Antonio de Torres Ribera se decidió a plantar viñas tras la erupción del volcán y construir la primera bodega. Un conflicto familiar entre los sobrinos de Ribera provocó que su heredero vendiera las tierras a la familia De Castro entre 1817 y 1824.
En las siguientes décadas, hasta 1870, la bodega pasó por diferentes manos, primero Ginés de Castro y Álvarez, después a su hija Antonia, el hijo de ésta José y finalmente, Manuel García Durán, bisabuelo de los actuales propietarios, figura esencial en la evolución de la bodega. Es 1880 y hasta el momento, la elaboración de aguardiente o destilados de vinos era lo más habitual. La variedad de la malvasía había desaparecido en las islas, a excepción de Lanzarote.
Tras la muerte de García Durán, su hija Manuela y su nieta, Antonia Rodríguez – Bethencourt se hacen cargo a lo largo de las siguientes décadas. Años, en los que se introducen importantes mejoras técnicas en las bodegas como las prensas verticales, las tanquillas de cal y canto (no de madera) o las bombas de trasiego. Sin embargo, el boom del turismo en los años 60 y 70 en España, distraen la elaboración de vino en la isla, no así de El Grifo. En los 80 y 90, se introducen nuevos métodos de vinificación como el acero inoxidable y por fin, en 1993, se pone en marcha la Denominación de Origen. Con 245 años de vida, El Grifo encuentra el momento perfecto para elaborar vinos especiales y volcánicos, made in Lanzarote.
Malvasía volcánica, la personalidad hecha vino
Había desaparecido. La malvasía no existía en las islas pero en el s.XX se reintrodujo, dando lugar a la malvasía volcánica de Lanzarote. “Hasta hace 15 años no sabíamos que teníamos una variedad propia. Se realizó un estudio genético que demostró que había malvasía volcánica, muy diferente del resto” cuenta Jorge.
Y ¿a qué sabe la malvasía volcánica? Tradicionalmente, la uva malvasía se ha vinculado a vinos dulces o semidulces y como apunta el enólogo, “son vinos con una elevada acidez natural, con mucha personalidad, salinidad y además, mineralidad”. Tres características que encontramos en el Malvasía Lías 2019, un rara avis para paladares que buscan sabores complejos.
Malvasía Lías 2019 ¿por qué es tan especial?
Además de un larguísimo número de reconocimientos y premios, el Malvasía Lías 2019 tiene esa magia lanzaroteña. “Demuestra que los vinos de Lanzarote pueden trabajarse con las lías, de ahí su nombre. La mayoría está acostumbrado a beber vinos del año, de la propia añada. En este caso, es del 2019 y tiene características de un vino joven”
Es decir, es un vino de larga duración, de maceración. “En El Grifo siempre hemos guardado vino. Estamos en 2021-22 y estamos sacando un vino de 2019. Me gusta recalcar que son vinos de una gran durabilidad. En mi opinión, está óptimo entre 5 y 7 años aproximadamente”
El perfil de este vino no deja de sorprender si pensamos además, que se trata de un vino de una zona cálida porque “Demuestra lo bien adaptada que está nuestra variedad al medio”.
¿Cómo es el Malvasía Lías 2019?
Ante todo es un vino gastronómico para acompañar sentados a la mesa. “Podemos incorporarlo con platos de carne blanca, con guisos, conservas o quesos muy duros. Con productos de cierta consistencia como pescados grasos por ejemplo” aconseja Jorge.
En nariz, invaden los aromas a malvasía. “Cuando nacen, son muy explosivas y aromáticas. Hay muchas flores, fruta fresca. Nos recuerda a frutas maduras, aparece la fruta confitada, un poco de piel de naranja madura e incluso, azahar”
También guarda notas de crianza sobre lías, “aromas a panadería, toffee, vainilla, aromas que reflejan su estancia en barrica de roble francés, aportando complejidad”
En boca es complejo. “Lo definimos como untuoso, parecido al aceite porque llega a todas las partes de la boca. Se nota la acidez muy marcada. No deja indiferente a nadie”.
En definitiva, se trata de un vino para paladares dispuestos a probar sabores nuevos y sorprendentes. A nosotros nos ha encantado, y aquí mismo puedes conseguirlo.
Gran reportaje, Sandra! Esta bodega es una maravilla. Nosotros nos enamoramos de su vino en nuestra último viaje a Lanzarote, es una visita obligada en la isla. El Lías nos encantó, aunque todos los vinos son excepcionales
Muchas gracias, sí… la verdad es que es una maravilla de bodega, y de vino… y le queda aún mucho recorrido!