Se sabía y se intuía que la revolución científica en el mundo de la gastronomía era una cuestión de tiempo. Y no nos referimos a utilizar sifones, nitrógeno líquido, ni alginato de sodio. En verdad hablamos del no va más de las revoluciones: comer una chuleta, o una coliflor, creada en un laboratorio, sin vaca, ni cerdo, ni huertos de por medio. Se intuía y se esperaba. Lectoras y lectores, con todos vosotros: la agricultura celular.
¿De qué hablamos exactamente?
Los especialistas en la materia aseguran que no son productos genéticamente modificados, sino alimentos que se obtienen en laboratorio después de procesos biotecnológicos con células provenientes de los propios alimentos originales, y cuyo sabor y aspecto acaban siendo idénticos al original. Digamos que, a priori, una de las ventajas es que se podría alimentar a la población incluso allá donde los alimentos escasean. Aunque no todos, hemos de decir, comulguen con esa idea bienintencionada.
Gracias a la agricultura celular se podría alimentar a la población incluso allá donde los alimentos escasean. Clic para tuitear
“Creo que se está utilizando el fracaso en sostenibilidad del sistema capitalista, que ha generado un sentimiento de rechazo a las técnicas de producción masiva de alimentos con seres vivos maltratados, para forzarnos al cambio de producto”, reivindica Luca Gatti, conocido como Ekochef, profesor y asesor gastronómico, y chef privado y de eventos en la Embajada de Italia en España.
Pero digamos que, bien mirado, y si todo fuera de verdad controlado, equilibrado y respetuoso con una mentalidad medioambientalista, la idea tal vez no sea tan mala. De hecho, según explica la doctora Susana Monereo, Jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid, en su blog de El Periodista Digital, “como científico imagino que se conseguirán productos de alta calidad biológica, modificando características poco recomendables de los mismos como la cantidad y tipo de grasa o la sal, pero también se podrá mejorar otras características como el contenido en minerales y vitaminas o el tipo de proteínas, de forma que produzcan menos problemas de alergia al comerlos, etc.”.
Las dos caras de la moneda
Aunque la agricultura celular todavía está en pañales, muchos auguran que en los próximos años será casi como el pan nuestro de cada día. Mientras ese momento llega, por lo pronto, lo que sí se sabe es que cuenta con varios defensores que alegan múltiples razones positivas de su existencia.
Por un lado, en lo que concierne a los animales, se acabaría con el sacrificio de estos. Por otro, sería una manera de reducir el impacto del efecto invernadero en la medida que desaparecerían las granjas de ganado y se reducirían, por tanto, las emisiones de CO2. Y además, hay quien asegura que serían alimentos más idóneos para la salud, puesto que desde los laboratorios se potenciarían los elementos más saludables para el organismo humano, eliminando otros a los que muchas personas acaban siendo intolerantes.
La agricultura celular proveerá alimentos más idóneos para la salud, en los laboratorios se potenciarían los elementos más saludables para el organismo humano. Clic para tuitear
Claro que, seamos francos, no todo el mundo tiene la misma opinión. “Como cocinero poco puedo opinar sobre algo que no he comido, no he visto como se produce, y no he trabajado, pero como persona tengo o prefiero tener más esperanza en un cambio de mentalidad hacia un modelo distinto de consumo y producción, más bien focalizado en el reequilibrio de especies silvestres, en el fomento de una alimentación básica vegetariana, variada y completa; en la producción de alimentos animales respetuosos con los mismos, en la producción de alimentos básicos sin pesticidas, en la rotación de los cultivos, la agroecología y la ganadería ética”, comenta Luca Gatti, quizás uno de los chefs más concienciados con la causa ecologista que hay ahora mismo en nuestro país.
“Para mí, el hecho de que se empiece a producir carne sin sufrimiento es un gran avance, pero tiene dos caras. En la cara bonita podríamos decir que se ofrece un producto nuevo e innovador, pero en la otra, no se garantiza por ahora que sea realmente igual de nutriente y saludable. Y además, te diría que como chef amante de lo eko, creo que ésta es más bien una nueva industria que ofrece un producto distinto a un público que exige unos estándares éticos. Todo dependerá de cómo se produzca y venda esta nueva carne. Porque si para abastecer la demanda han de construirse muchos laboratorios y fábricas, creo que los problemas de gas invernadero, ocupación de espacios naturales, gasto de recursos energéticos, etc, no mejorarán lo suficiente; depende de cómo evolucione el mercado y la producción”, explica Gatti.
¿Para cuándo?
Algunos visionarios auguran que para 2021 ya tendremos este tipo de productos en los supermercados. Al menos en Estados Unidos donde, por ejemplo, dos grandes magnates como Bill Gates y Richard Branson ya han invertido en una compañía startup llamada Memphis Meats, que ya ha producido las primeras albóndigas (como la de la foto), y carne de pollo y pato, a partir de las células animales. Aunque, eso sí, tenemos que decir que por ahora la opción de la hamburguesa de laboratorio resulta cara.
Hoy en día, fabricar medio kilo de carne de pollo sintética cuesta 9.000 € Clic para tuitear
Se estima que, hoy en día, fabricar medio kilo de carne de pollo sintética cuesta 9.000 €. Pero no te asustes, la agricultura celular, como decimos, está aún en fase de testeo, aunque tenlo muy presente, porque la idea parece estar consolidada y la tendencia apunta al alza. Y si no, al tiempo.
Fotos post: Unsplash.
Foto de portada: Memphis Meats.
Genial, bien redactado,gracias por trasmitir mis pensamientos a los lectores.
Gracias a ti por tu colaboración Luca.
Un abrazo!